Actividades divulgativas

El periodista y divulgador musical Antoni Colomer nos ofrecerá en Vilabertran un breve comentario previo a los conciertos, ocasionalmente con la colaboración de invitados especiales, que nos abrirá nuevas perspectivas sobre el programa que escucharemos.

Las schubertíadas de ahora se inspiran en las de antes, y comparten el amor por la música de Schubert, la pasión por difundirla o el formato íntimo de los conciertos. Comparten el espíritu, pero no la forma: en las schubertíadas de antes, impulsadas o frecuentadas por personas influyentes del mundo musical vienés y celebradas en un entorno privado, además de escucharse música, se bailaba, se comía y bebía, se leía y se debatía, se charlaba y se reía… hasta que alguien se daba cuenta de que ya eran las tres de la madrugada. A las schubertíadas de antes no podía asistir todo el que quería, y para muchos era un privilegio poder hacerlo; nosotros quizá podamos asistir viajando con la imaginación.

Compuestas entre 1866 y 1877, las siete piezas que integran el Tercer año de peregrinaje representan la quintaesencia del último Liszt, es decir, del Liszt más descarnado, sobrio, espiritual y arcano, pero también del más visionario, el que anuncia con profética claridad el futuro de la música a través de un lenguaje de una enorme abstracción que abunda en disonancias, a veces extremas. La obra contiene en germen tanto el estilo impresionista de Ravel y Debussy como el expresionista de Schönberg y la Segunda Escuela de Viena, y su espíritu está impregnado por la idea de la muerte y de la fe renovada que Liszt abrazó en sus últimos años, retirado ya del mundo y de la sociedad de la que había sido, durante varias décadas, destacado protagonista.

En una librería de viejo de la calle Ample de Barcelona, Pau Casals compró, con trece años, la partitura de segunda mano de la primera edición aparecida el 1866 de las 6 Suites para violonchelo de Johann Sebastian Bach, publicada en Leipzig en una revisión del violonchelista alemán de la época Friedrich Grützmacher. Solo habían pasado poco más de dos décadas de aquella edición cuando ya algunos violonchelistas en Europa habían empezado a tocar estas míticas Suites como si fueran simples obras de estudio técnico del instrumento. El tiempo pasó y ya en 1901 Pau Casals decidió interpretarlas a París por primera vez en concierto. Había empezado la épica interpretativa de estas Suites, inexcusables en el repertorio de los violonchelistas de todo el mundo.